domingo, 23 de septiembre de 2012


                                               Antonio Sosa Jorge Alexis

Normal y anormalidad en psiquiatría.

Dr. Otto Döegers

Introducción
“El hombre adquiere su conocimiento de lo que es normal a través de su trato con la naturaleza”.
El hombre se ha servido de diferentes criterios con los cuales se puede determinar las distintas formas y grados de desviación que solemos llamar “enfermedades”. Ciertos conceptos se emplean con frecuencia como sinónimos de anormalidad o de enfermedad, pero que encierran diferencias fundamentales.
Anomalía, según su significado etimológico, significa distinto. Omalos del griego indica aquello que unido, igual, liso y por consiguiente an-omalos significaría lo contrario.
La anomalía es un hecho biológico que tiene que ser tratado como tal, que la ciencia natural tiene que explicarlo y no apreciarlo. En la anatomía lo anómalo significa lo insólito. Las anomalías de dividen en: variedades, vicios de conformación, heterotaxias (anormalidad relacionada con los órganos internos del cuerpo) y monstruosidades.
Anormalidad y concepto de enfermedad a lo largo de la historia.
Una de las formas más antiguas de concebir la enfermedad era “el considerar a todo enfermo como un hombre al cual se le ha agregado o quitado un ser”. La enfermedad entra y sale del hombre, como los paracitos o maleficios.
         Los griegos daban una opción no ontológica si no dinámica, para ellos la naturaleza era el equilibrio y el enfermar era solo la perdida de estos, siguiendo una dieta adecuada las almas adquirían inteligencia y agudeza superiores a las que tenían por naturaleza, pero si la dieta de los sanos estaba orientada hacia la conservación de la salud, la dieta de los enfermos pretendía restablecer el orden de la naturaleza.
Normalidad y anormalidad: Lo común y lo diferente.
Según el principio de Broussais (1822), existe una suerte de identidad entre los fenómenos patológicos y los fisiológicos de modo que las enfermedades consistirán en el exceso de o defecto de la excitación de tejidos por encima o por debajo del grado que constituye el estado normal.
Broussais establece que los fenómenos de la enfermedad coinciden esencialmente con los de la salud, de los que siempre difieren solo por la intensidad.
A veces el estado patológico es el desorden de un mecanismo normal que consiste en una variación acumulativa, en una exageración o atenuación de los fenómenos.
         Leriche (10936) plantea algo diferente a lo que es normal y lo que no, indica a la salud como la vida como silencio de los órganos, mientras a la enfermedad como aquello que molesta a los hombres en el normal ejercicio de su vida, dando a entender que la enfermedad en algo negativo pero no por la falta o exceso de algo sino por la molestia que esta causa.
La razón por la que hay medicina es porque hay hombres que se sienten enfermos y no porque haya médicos que se enteren de sus enfermedades.
La dimensión social de la anormalidad
Karl Jaspers (1959) incorporando un elemento novedoso al concepto de anormalidad en Medicina: el papel que le corresponde a “lo que se piensa”. Psicopatología General afirma: “El médico es quien menos se rompe la cabeza pensando en lo que significa ‘sano’ o ‘enfermo el solo debe de preocuparse de los procesos vitales y de las enfermedades.
Las ideas de Jaspers son interesantes por varias razones. En primer lugar, porque nos recuerdan que la Medicina es ante todo una techné, una práctica orientada hacia el alivio del enfermo. En segundo lugar, porque hacen converger esas dos ideas de enfermedad expuestas más arriba.
El problema del diagnostico de una anormalidad.
Diagnosticar significa afirmar la existencia de una enfermedad determinada y está, por ende, íntimamente ligado a un conocimiento previo de aquello que se diagnostica. El médico constata empíricamente no es la enfermedad misma, que en cierto modo no se “ve”, sino los síntomas, sus manifestaciones. Podríamos decir que el diagnóstico consiste en el acto de inferir un proceso morboso conocido previamente desde una serie de síntomas constatados en forma empírica.
         El psiquiatra constata síntomas como delirios, alucinaciones o rasgos de personalidad e infiere la existencia de un proceso morboso hipotético o de una determinada disposición.
 El psicoanálisis y en general todas las llamadas psicologías profundas prescinden del postulado de la enfermedad orgánica basal, desviando la causalidad hacia lo psíquico. En lugar de enfermedades se habla aquí de conexiones dinámicas, de regiones o instancias de lo psíquico sometidas a principios energéticos reguladores.
La anormalidad en las psicosis endógenas.
A pesar de las dificultades inherentes al proceso de establecer el límite entre lo normal y lo anormal en el campo de los cuadros endógenos, los psiquiatras debemos enfrentar a diario el problema de determinar si alguien está o no “psicótico”, vale decir, si es psíquicamente anormal o no. La pregunta es: ¿cuál es la norma que se altera o desvía en las psicosis o, más concretamente, en las esquizofrenias?
Immanuel Kant describe tres tipos de locura con los nombres de dementia, insania y vesania, todas las cuales corresponden a distintas formas de lo que hoy conocemos como esquizofrenia diciendo: “La única característica general de la locura es la pérdida del sentido común y la continuación de su lógica”
Sigue rigurosamente la sistemática de Kant se encuentra también con una clara diferenciación entre lo que hoy llamamos psicosis exógenas y endógenas, obedeciendo cada una de ellas a la ruptura de normas diferentes. Kant también hizo otra distinción de alto interés para nosotros: entre perturbaciones cualitativas y cuantitativas del sentido común. Las primeras, como vimos, corresponderían a las psicosis que hoy conocemos como esquizofrenias. Las segundas, en cambio, serían la base de lo que hoy entenderíamos como trastorno de personalidad.
La anormalidad en los trastornos de personalidad.
Dentro de las categorías nosológicas de la psiquiatría es sin duda el trastorno de personalidad la más discutida. La razón es muy simple: este tipo de trastornos cumplen aún menos que las psicosis endógenas con los requisitos del proceso diagnóstico en Medicina. Pero la mayor dificultad se encuentra a nivel de las transiciones y/o relaciones entre los trastornos de personalidad y otras categorías nosológicas de uso habitual.
         Algo parecido ocurre con las transiciones entre trastorno de personalidad y psicosis. Muy evidente es la presencia de transiciones entre las personalidades limítrofes, esquizotopica y la esquizofrenia. Pero donde el problema se hace extremo es en el caso de las transiciones hacia la normalidad. Para Kurt Schneider (1959) las personalidades psicopáticas eran meras desviaciones con respecto a una supuesta personalidad normal promedio y sólo se transformaban en pacientes si empezaban a sufrir o a hacer sufrir a los demás con su modo de ser.
“Ser normal es ser levemente oligofrénico” 

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