Antonio
Sosa Jorge Alexis
Normal y anormalidad en
psiquiatría.
Dr. Otto Döegers
Introducción
Introducción
“El
hombre adquiere su conocimiento de lo que es normal a través de su trato con la
naturaleza”.
El
hombre se ha servido de diferentes criterios con los cuales se puede determinar
las distintas formas y grados de desviación que solemos llamar “enfermedades”.
Ciertos conceptos se emplean con frecuencia como sinónimos de anormalidad o de
enfermedad, pero que encierran diferencias fundamentales.
Anomalía,
según su significado etimológico, significa distinto.
Omalos del griego indica aquello que unido, igual, liso y por consiguiente
an-omalos significaría lo contrario.
La
anomalía es un hecho biológico que tiene que ser tratado como tal, que la
ciencia natural tiene que explicarlo y no apreciarlo. En la anatomía lo anómalo
significa lo insólito. Las anomalías de dividen en: variedades, vicios de
conformación, heterotaxias (anormalidad relacionada con los órganos internos
del cuerpo) y monstruosidades.
Anormalidad
y concepto de enfermedad a lo largo de la historia.
Una
de las formas más antiguas de concebir la enfermedad era “el considerar a todo
enfermo como un hombre al cual se le ha agregado o quitado un ser”. La
enfermedad entra y sale del hombre, como los paracitos o maleficios.
Los griegos daban una opción no
ontológica si no dinámica, para ellos la naturaleza era el equilibrio y el
enfermar era solo la perdida de estos, siguiendo una dieta adecuada las almas
adquirían inteligencia y agudeza superiores a las que tenían por naturaleza,
pero si la dieta de los sanos estaba orientada hacia la conservación de la
salud, la dieta de los enfermos pretendía restablecer el orden de la
naturaleza.
Normalidad y anormalidad: Lo común
y lo diferente.
Según
el principio de Broussais (1822), existe una suerte de identidad entre los fenómenos
patológicos y los fisiológicos de modo que las enfermedades consistirán en el
exceso de o defecto de la excitación de tejidos por encima o por debajo del
grado que constituye el estado normal.
Broussais
establece que los fenómenos de la enfermedad coinciden esencialmente con los de
la salud, de los que siempre difieren solo por la intensidad.
A veces el estado patológico es el
desorden de un mecanismo normal que consiste en una variación acumulativa, en
una exageración o atenuación de los fenómenos.
Leriche (10936) plantea algo diferente
a lo que es normal y lo que no, indica a la salud como la vida como silencio de los órganos, mientras a la enfermedad como
aquello que molesta a los hombres en el
normal ejercicio de su vida, dando a entender que la enfermedad en algo
negativo pero no por la falta o exceso de algo sino por la molestia que esta
causa.
La
razón por la que hay medicina es porque hay hombres que se sienten enfermos y
no porque haya médicos que se enteren de sus enfermedades.
La dimensión social de la
anormalidad
Karl Jaspers (1959) incorporando un
elemento novedoso al concepto de anormalidad en Medicina: el papel que le
corresponde a “lo que se piensa”. Psicopatología General afirma: “El médico es
quien menos se rompe la cabeza pensando en lo que significa ‘sano’ o ‘enfermo
el solo debe de preocuparse de los procesos vitales y de las enfermedades.
Las ideas de Jaspers son interesantes por varias razones. En primer
lugar, porque nos recuerdan que la Medicina es ante todo una techné, una
práctica orientada hacia el alivio del enfermo. En segundo lugar, porque hacen
converger esas dos ideas de enfermedad expuestas más arriba.
El
problema del diagnostico de una anormalidad.
Diagnosticar
significa afirmar la existencia de una enfermedad determinada y está, por ende,
íntimamente ligado a un conocimiento previo de aquello que se
diagnostica. El médico constata
empíricamente no es la enfermedad misma, que en cierto modo no se “ve”, sino
los síntomas, sus manifestaciones. Podríamos decir que el diagnóstico consiste en el acto
de inferir un proceso morboso conocido previamente desde una serie de síntomas
constatados en forma empírica.
El psiquiatra constata síntomas como delirios,
alucinaciones o rasgos de personalidad e infiere la existencia de un proceso
morboso hipotético o de una determinada disposición.
El psicoanálisis y en general todas las llamadas psicologías profundas
prescinden del postulado de la enfermedad orgánica basal, desviando la
causalidad hacia lo psíquico. En lugar de enfermedades se habla aquí de
conexiones dinámicas, de regiones o instancias de lo psíquico sometidas a
principios energéticos reguladores.
La
anormalidad en las psicosis endógenas.
A pesar de las dificultades inherentes al proceso de establecer el límite
entre lo normal y lo anormal en el campo de los cuadros endógenos, los
psiquiatras debemos enfrentar a diario el problema de determinar si alguien
está o no “psicótico”, vale decir, si es psíquicamente anormal o no. La
pregunta es: ¿cuál es la norma que se altera o desvía en las psicosis o, más
concretamente, en las esquizofrenias?
Immanuel Kant describe tres tipos de locura con los nombres de dementia, insania y vesania,
todas las cuales corresponden a distintas formas de lo que hoy conocemos como esquizofrenia
diciendo: “La única
característica general de la locura es la pérdida del sentido común y la continuación
de su lógica”
Sigue rigurosamente la sistemática de Kant se
encuentra también con una clara diferenciación entre lo que hoy llamamos psicosis
exógenas y endógenas, obedeciendo cada una de ellas a la ruptura de normas
diferentes. Kant
también hizo otra distinción de alto interés para nosotros: entre
perturbaciones cualitativas y cuantitativas del sentido común. Las primeras,
como vimos, corresponderían a las psicosis que hoy conocemos como
esquizofrenias. Las segundas, en cambio, serían la base de lo que hoy
entenderíamos como trastorno de personalidad.
La
anormalidad en los trastornos de personalidad.
Dentro
de las categorías nosológicas de la psiquiatría es sin duda el trastorno de
personalidad la más discutida. La razón es muy simple: este tipo de trastornos cumplen aún menos que
las psicosis endógenas con los requisitos del proceso diagnóstico en Medicina.
Pero la mayor dificultad se encuentra a nivel de las transiciones y/o
relaciones entre los trastornos de personalidad y otras categorías nosológicas
de uso habitual.
Algo parecido ocurre con las transiciones
entre trastorno de personalidad y psicosis. Muy evidente es la presencia de
transiciones entre las personalidades limítrofes, esquizotopica y la esquizofrenia. Pero donde el
problema se hace extremo es en el caso de las transiciones hacia la normalidad.
Para Kurt Schneider (1959) las personalidades psicopáticas eran meras
desviaciones con respecto a una supuesta personalidad normal promedio y sólo se
transformaban en pacientes si empezaban a sufrir o a hacer sufrir a los demás
con su modo de ser.
“Ser
normal es ser levemente oligofrénico”
No hay comentarios:
Publicar un comentario