Normalidad y anormalidad en psiquiatría
Valeria Ramírez Hidalgo
El término que hoy en día conocemos
como normal viene de norma (palabra latina que le da un
sentido geométrico a este término) que significa originalmente escuadra; norma representa
el encuentro del hombre y la naturaleza en torno a una medida. Además esta
palabra esta vinculada con otros términos como regla. Por lo
tanto, el significado es el de medida adecuada. Anomalía,
cuyo sentido es todo lo contrario, significa desigualdad.
Pero ¿cómo es que el hombre empieza a
adquirir o a diferenciar lo que es normal y anormal? El hombre adquiere su
conocimiento sobre lo que es normal a través de su trato con el
mundo de la naturaleza, pero ocurre que él también es un ser natural, por tanto
tiene que ser capaz de encontrar en sí mismo las medidas, y de este modo poder
diferenciar lo normal de lo anormal.
En el campo de la anatomía lo anómalo
significa lo insólito, aquello que se aleja por su organización de la gran
mayoría de los seres con los cuales debe ser comparado. Por lo tanto es algo
desacostumbrado. La psiquiatría, por el contrario, tiene muy poco uso de este
término, aún cuando podría aplicarse a formas extremas de trastornos de la
personalidad.
ANORMALIDAD Y CONCEPTO DE ENFERMEDAD A
LO LARGO DE LA HISTORIA
Una de las formas más antiguas de
concebir la enfermedad era considerando a todo enfermo como un hombre al cual
se le había agregado o quitado un ser. Mucho tiempo después, gracias a la
aparición de los microbios, se pudo confirmar en cierto modo esta concepción
ontológica de la enfermedad, siendo uno de sus derivados más típicos el localizacionismo.
Éste reconocía la importancia del terreno individual en la patogénesis (la cuál
describe el origen y evolución de una enfermedad), la cuál vino a cuestionar
seriamente esta idea de la enfermedad.
Los griegos tuvieron un pensamiento
contrario, pues ellos tenían una concepción dinámica y globalizante de la
enfermedad, porque para ellos la naturaleza era armonía y equilibrio y al
enfermarse se concebía la pérdida de éstas. La enfermedad no estaba radicada en
ninguna parte específica, por el contrario, era la totalidad del ser la que
había perdido su orden interno, su norma. Por lo tanto el médico
debía no sólo enfocarse a la salud del cuerpo, sino también a la del
alma.
A lo largo de la historia los médicos
han tenido dos visiones contrapuestas sobre la enfermedad: ésta cómo algo que
falta o que se agrega a un organismo (concepción ontológica) y cómo la pérdida
de la armonía del todo (concepción dinámica). Las enfermedades carenciales así
como las infecciosas dan razón a la concepción ontológica mientras que las
endocrinas se pueden comprender mejor desde la concepción dinámica.
NORMALIDAD Y ANORMALIDAD: LO COMÚN Y LO
DIFERENTE
Y bien, ¿cuál es la relación entre la
anormalidad y la normalidad, entre la enfermedad y la salud? Broussais
estableció que los fenómenos de la enfermedad coinciden esencialmente con los
de la salud, de lo que siempre difieren sólo por la intensidad. Claude Bernard
(fisiólogo), apoyó en experimentos y en el desarrollo de métodos de
cuantificación la concepción de Broussais.
Para Bernard toda enfermedad
tiene una función normal respecto de la cual sólo es una expresión perturbada,
exagerada, aminorada o anulada. Pero a diferencia de Broussais, éste distingue
alteraciones cuantitativas y cualitativas de la fisiología: a veces el estado
patológico es el desorden de un mecanismo normal que consiste en una variación
cuantitativa, en una exageración o atenuación de los fenómenos normales. En
otras por el contrario el estado patológico está constituido por la
exageración, la desproporción y la desarmonía de los fenómenos normales.
Una concepción muy diferente de las
relaciones entre normalidad y anormalidad es la que plantea Leriche, “la
enfermedad es algo negativo, pero no por la falta o exceso de algo, sino por la
molestia que implica”. Esta idea de Leriche ha sido compartida por el teórico
de la medicina Georges Canguilhem, quién afirmaba al respecto que sí existe una
medicina, es porque hay hombres que se sienten enfermos y no porque hay médicos
que se enteran de sus enfermedades.
LA DIMENSIÓN SOCIAL DE LA ANORMALIDAD
Tomando en cuenta la dimensión social
de la anormalidad tenemos a Karl Jaspers, quién se preocupa de este problema,
pero incorporando un elemento novedoso al concepto de anormalidad en medicina:
el papel que le corresponde a lo que se piensa. Estar enfermo
depende más de las ideas predominantes en un ámbito cultural particular que del
juicio de los médicos y del de los pacientes. Además éste pensaba que la norma no
es nunca un promedio, sino siempre un ideal.
Broussais y Bernard, para quiénes ésta
se define desde el hallazgo anátomo-patológico, la de Leriche pretende, por el
contrario, aclarar que la enfermedad hay que definirla desde la subjetividad
del enfermo. Para Jaspers ambos elementos son válidos, pero siempre que no se
olvide el factor social, puesto que el papel que juega éste en el origen de una
enfermedad es por el modo como el ser humano se autocomprende en cada momento
histórico.
Por lo tanto, es algo complejo este
tema de la normalidad y anormalidad, pues se tiene muchos conceptos
sobre lo qué se considera y cómo es la enfermedad en diferentes puntos de vista. Lo importante es tener en cuenta cada uno de los términos que se dan por cada autor y crear nuestra propia definición sobre cada uno de los términos estudiados.
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